Inflamación y enrojecimiento en el área alrededor del ojo afectado, secreción ocular y disminución de la visión.

Además, algunos pacientes pueden presentar fiebre, letargo, falta de apetito y dolor al abrir la boca.

Los abscesos pueden estar causados por traumatismos o heridas penetrantes. En ocasiones también se deben a la extensión de infecciones o inflamaciones de tejidos adyacentes: por ejemplo una enfermedad dental o infecciones nasales.

Finalmente, también encontramos como causas la presencia de materiales extraños y/o neoplasias.

El veterinario utilizará herramientas de imagen para confirmar el diagnóstico: Ecografía orbital, resonancia magnética o TAC.

Una vez confirmado el absceso, el veterinario realizará una punción guiada por ecografía para extraer muestras de pus para realizar un cultivo e identificar la bacteria causante y recetar el antibiótico más efectivo.

El veterinario tratará de aliviar el dolor y evitar complicaciones. El tratamiento consistirá en combatir la infección con antibióticos y aplicar un drenaje quirúrgico que permita vaciar la bolsa de pus. Para la recuperación y combatir el dolor, el veterinario también recetará antiinflamatorios no esteroideos y opioides.