El veterinario realizará un examen minucioso de los ojos. Por ser un trastorno hereditario, lo recomendable es realizar un examen temprano cuando su perro aún es cachorro, entre las primeras seis a ocho semanas de vida.
El veterinario podría realizar una electrorretinografía para evaluar si la retina funciona correctamente. También podría confirmar el diagnóstico con un test de ADN como el de www.petgenetica.com.
El desprendimiento de la retina es común en el primer año de vida. Si se diagnostica la afección, no espere a que empeore a menos que el perro tenga también un coloboma (orificio en el cristalino, coroides, retina, iris o disco óptico). Si se encuentra un coloboma, su veterinario deberá monitorear a su perro cuidadosamente ya que el coloboma puede quitar demasiada estructura al ojo y puede conducir a una ceguera parcial o total.