Los síntomas más comunes de estas condiciones médicas son el aumento de la micción y el consumo de mucha más agua de lo habitual. Por lo general, no hay otros cambios de comportamiento que lo acompañen.
Esta condición se refiere a un aumento de sed y de producción de orina respectivamente. En sí mismo no es nada grave, pero habría que revisar que no estuviera motivada por una causa subyacente relevante para la salud del gato. En concreto, tendríamos que descartar insuficiencias renales o enfermedades hepáticas.
Los síntomas más comunes de estas condiciones médicas son el aumento de la micción y el consumo de mucha más agua de lo habitual. Por lo general, no hay otros cambios de comportamiento que lo acompañen.
Las causas pueden ser variadas
Un diagnóstico definitivo pasa por medir la ingesta de agua y la salida de orina. El veterinario puede hacer radiografías para descartar problemas renales y un recuento sanguíneo completo.
El tratamiento será ambulatorio a menos que se encontrara algún problema renal o hepático que estuviera causando esta condición.
Durante el proceso de recuperación el veterinario deberá ir revisando la hidratación del gato porque podría verse afectada si tratamos de limitar la ingesta de agua.