Fatiga, debilidad y depresión. Pérdida de peso y de apetito, vómitos, diarrea y deshidratación. Pérdida de pelo, manchas en la piel como resultado de pequeñas hemorragias, encías pálidas, úlceras bucales, aumento de sed y de micción. Mal aliento, pérdida muscular y convulsiones.