Sacudidas o temblores, falta de apetito, falta de energía, debilidad, depresión, temblores, vómitos, jadeo, respiración rápida (taquipnea), aumento de micción y de sed, diarrea, pérdida de peso, convulsiones y abdomen hinchado.
Algunos tumores de la glándula suprarrenal causan una mayor producción de hormonas. Se llaman feocromocitomas. Esta mayor producción de hormonas puede causar mayor frecuencia cardíaca, aumento de la presión arterial y una frecuencia respiratoria muy alta. Estas circunstancias no se producen de manera constante ya que las hormonas que los causan se producen en pequeñas cantidades o en determinados momentos.
No obstante, el feocromocitoma puede diseminarse a órganos cercanos al riñón pudiendo hacer metástasis con rapidez en otras áreas del cuerpo.
La aparición de feocromocitomas en perros es rara. Cuando lo hace, afecta a perros mayores de 7 años y no existe una causa concreta para la aparición de este tumor.
Sacudidas o temblores, falta de apetito, falta de energía, debilidad, depresión, temblores, vómitos, jadeo, respiración rápida (taquipnea), aumento de micción y de sed, diarrea, pérdida de peso, convulsiones y abdomen hinchado.
Desconocidas.
El veterinario necesita conocer con precisión el inicio de los síntomas en el perro. Puede suceder que, en el momento del examen clínico, el perro manifieste una taquicardia, aunque a veces, a primera vista parezca que no existe ninguna anormalidad. De todas formas, el veterinario examinará el vientre del perro para comprobar si se puede determinar un exceso de líquido.
En cualquier caso, se solicitarán las pruebas habituales para comprobar el funcionamiento correcto de los órganos internos y si existe alguna infección:
Mediante un análisis de sangre más específico se analizará el comportamiento de la glándula suprarrenal. Así mismo se deberá analizar la presión arterial para comprobar si existe hipertensión.
Otras pruebas necesarias para un buen diagnóstico son:
Es imprescindible extirpar el feocromocitoma. Pero antes de afrontar la cirugía se tiene que controlar la presión arterial y el ritmo cardíaco con la medicación pertinente.
En el caso de que estos síntomas sean muy altos, el perro necesitará cuidados intensivos el tiempo que sea preciso.
La cirugía puede ser difícil pues la glándula suprarrenal está cerca de vasos sanguíneos grandes. Puede que incluso sea necesaria la extirpación de otros órganos afectados.
Después de la operación quirúrgica, el perro ha de permanecer en cuidados intensivos para el control de posibles problemas como sangrado, aumento de la presión arterial, ritmo cardíaco anormal, infecciones postoperatorias y dificultades para respirar. El veterinario determinará las posibilidades de supervivencia y cómo afrontar estas situaciones.
Ya en casa, el perro necesitará un tiempo para volver a la normalidad. Si no aparecen otros problemas médicos, la tasa de supervivencia es de tres o más años.