Los perros adultos se recuperan de la infección por CCV sin necesidad de medicación, aunque sufran de diarrea y heces blandas durante varias semanas. Son los cachorros los que necesitan una mayor atención para aliviar los síntomas y prevenir complicaciones.
Si la infección deriva en inflamación del intestino delgado (enteritis), problemas respiratorios o infección de la sangre (septicemia), es posible que se necesiten antibióticos. En casos de diarrea severa y deshidratación el perro necesitará un tratamiento adicional con líquidos y electrolitos. El veterinario recetará una dieta blanda para facilitar la digestión. También podría recetar antieméticos para controlar los vómitos y protectores gastrointestinales.
Existe una vacuna que protege a los perros de esta enfermedad y es muy recomendable para perfiles de riesgo: cachorros y perros con un sistema inmunitario más débil. También es recomendable mantener el hábitat del perro en perfectas condiciones higiénicas y evitar que entre en contacto en lugares públicos, con las heces de otros perros.