Inicialmente, su veterinario necesitará estabilizar la función respiratoria normal. Para lograrlo, es posible que su perro deba requerir intubación o una abertura en la tráquea. Se le administrará oxigeno inmediatamente después de la inhalación de humo. La fluidoterapia podrá requerirse en pacientes con shock para apoyar la función cardiovascular aunque siempre con precaución para evitar la acumulación de líquidos en los pulmones. En algunos casos, se harán transfusiones de sangre o plasma para añadir glóbulos blancos y rojos.
Si hay daños en los tejidos de las vías respiratorias, adicionalmente se recetará antibióticos profilácticos para prevenir infecciones.
La mayoría de las mascotas expuestas al humo tendrán un nivel de deterioro las primeras 24 a 48 horas y después mejorarán gradualmente, a menos que desarrollen neumonía bacteriana o síndrome de insuficiencia respiratoria aguda.
El veterinario querrá monitorear la frecuencia respiratoria, color de la membrana mucosa, frecuencia cardíaca, sonido de los pulmones, volumen de células concentradas en sangre y sólidos totales en las primeras 24 a 72 horas después del incidente.