Si la displasia no fuera grave, el veterinario podría optar por un tratamiento conservador. En este caso se establecería un control del peso y del ejercicio, se aconsejaría fisioterapia, se podrían recetar medicamentos antiinflamatorios, analgésicos y suplementos como el omega3 para la salud articular. Con esto, y quizás algún complemento ortopédico, el perro podría recuperar la movilidad en casos leves.
En casos más graves, el veterinario tendrá que recurrir a la cirugía. El veterinario realizará una artroscopia si tuviera que retirar trozos de hueso o cartílago de la articulación. Si tuviera que alinear y corregir la articulación tendrá que realizar una cirugía abierta. Y si tuviera que mejorar el encaje de la articulación podría realizar una osteotomía.
Después de la intervención quirúrgica, la actividad estará restringida durante cuatros semanas sin embargo, para evitar el desgaste muscular o rigidez anormal, deberá fomentar el movimiento temprano y activo de la articulación. Si el problema se trata pronto lo normal es una buena recuperación. Puede quedar una artritis recurrente en la articulación pero con un buen tratamiento no debería afectar demasiado a la calidad de vida del perro.