Al ser los síntomas de este desorden tan inespecíficos, en la mayor parte de los casos, el diagnóstico se realiza como hallazgo en exámenes de laboratorio de control o como parte del protocolo diagnóstico de la enfermedad que condiciona la alteración electrolítica.
La medición directa de fósforo en sangre es imprescindible, adicionalmente se deberá indagar en pruebas de funcionamiento renal y concentración de hormonas tiroideas y paratiroideas como exclusión de etiologías subyacentes.
Otras pruebas pueden incluir rayos X de huesos largos para la medición de la densidad ósea y la cuantificación de Calcio y Vitamina D en sangre.