Letargo, vómitos, diarrea, pérdida de peso, sed excesiva, demencia, hinchazón abdominal, ascitis, malformaciones congénitas del corazón, hemorragias, coagulación portal anormal vena (trombosis), pérdida de proteína en el riñón (nefropatía), anormalidad intestinal, hipertensión, cirrosis, moquillo y otros trastornos infecciosos.
La insuficiencia hepática puede hacer que también aparezca agua en el cerebro, epilepsia idiopática, trastornos metabólicos y degeneración del cerebro.