Los síntomas incluyen sacudidas de la piel, violentos movimientos de la cola, y repetidas mordeduras o lamidas del lomo, la cola y las extremidades. Los gatos afectados a menudo tienen hipersalivación, las pupilas dilatadas, parecen agitados y expresan un comportamiento errático.
Un examen físico generalmente no revela problemas neurológicos o anormalidades importantes, aparte del pelo dañado y los folículos pilosos que se han caído debido al violento lamido del propio gato.