- Aumento de sed y micción
- Cambios de peso
- Diarrea
- Vómitos
- Incremento de hambre
- Hígado y abdomen agrandado
- Pérdida de pelo
- Debilidad y letargo
- Cambio comportamiento sexual
El sistema endocrino es tan desconocido como importante para mantener una buena salud. Está compuesto por una serie de glándulas dispuestas en distintos lugares del cuerpo que segregan las hormonas, sustancias de distintos tipos que, circulando por el torrente sanguíneo, tienen como misión realizar funciones reguladoras o desencadenar procesos metabólicos concretos.
Una de estas hormonas es el cortisol el cual se libera desde las glándulas adrenales situadas cerca de los riñones. Sus funciones son de respuesta al estrés, ayuda a regular el peso adecuado del cuerpo, la estructura de los tejidos, las condiciones de la piel y otros indicadores de buena salud.
Por otra parte, un exceso de cortisol debilita el sistema inmunológico, reduciendo la energía y la fuerza del gato. Esta enfermedad se llama hiperadrenocorticismo o enfermedad de Cushing. Es una dolencia crónica que no se puede prevenir pero, con los cuidados adecuados, el gato puede tener una buena calidad de vida.
En ocasiones se detecta la enfermedad de cushing de manera secundaria debido a la respuesta del animal a otra enfermedad producida por los efectos de la misma. Por ejemplo, si se detecta diabetes mellitus, hipotiroidismo secundario o alteraciones del comportamiento en el gato de tipo nervioso, es posible que exista un síndrome de cushing.
Los síntomas a veces pueden parecernos propios de la edad madura del gato, pero, para asegurarnos de un tratamiento acertado, debemos llevar el gato al veterinario, el cual le realizará las siguientes pruebas:
-Análisis de sangre y orina. Este último en especial se medirá los niveles de creatinina para asegurar el buen funcionamiento de los riñones.
-Biopsias de piel en la zona en la que aparezcan alteraciones
-Radiografías y Ecografías
-Test específicos de cortisol en la sangre
-TAC y resonancias magnéticas si se sospecha del origen de la hipófisis
La prueba casi definitiva y más utilizada para el diagnóstico de la enfermedad de Cushing consiste en realizar pruebas de supresión de dexamentasona en dosis bajas (LDDS). Tomando una muestra de sangre, se mide el nivel de cortisol basal del gato. Posteriormente, se administra una cantidad pequeña de dexamentasona mediante una inyección. 48 horas después se miden los niveles de cortisol en sangre. Si el gato tiene unos niveles normales, la inyección de dexametasona inhibe la secreción de la hormona que estimula la secreción de cortisol, por lo tanto nos niveles circulantes de cortisol son menores. Si el gato padece el síndrome de Cushing, el cortisol no se suprime.
Si se identifica un tumor suprarrenal, la cirugía puede ser una buena opción. En otros casos, la medicación será el único tratamiento y será durante toda la vida del animal.
Existen tratamientos basados en mitotano y trilostano, pero tienen el inconveniente de que existe la posibilidad de efectos secundarios graves (vómitos, falta de energía, pérdida de peso) siendo necesarios análisis de sangre con regularidad para ajustar con exactitud las dosis de medicación.
El tratamiento del síndrome de Cushing es, por lo tanto, un juego de equilibrio y de visitas recurrentes al veterinario, pero el gato puede tener una vida adecuada si el dueño le administra correctamente la medicación indicada.