Movimientos irregulares, convulsiones, pérdida espontánea de la conciencia y postura anormal. Sangrado de oídos, nariz y/o ojos. Decoloración azulada de la piel y de las membranas mucosas (una señal de que falta oxígeno en sangre y que insuficiente oxígeno llega a los tejidos del cuerpo) o parche violeta o azulado debajo de las membranas mucosas o debajo de la piel (debido a la ruptura de los vasos sanguíneos). Respiración fuerte o rápida y funciones cardíacas anormales.