El veterinario preguntará por el historial médico del perro y por la aparición y descripción de los primeros síntomas. El veterinario realizará una inspección física y ordenará un perfil químico de sangre, un hemograma completo y un análisis de orina para evaluar el estado de salud general del perro.
Por otro lado, los estudios radiográficos mostrarán el esófago agrandado lleno de líquido, aire o alimentos. Adicionalmente, se podrá realizar una esofagoscopia ya que permite el examen interior del esófago, la extracción de cuerpos extraños, la evaluación de la obstrucción o la neoplasia mediante un esofagoscopio. También puede ser útil la fluoroscopia con contraste de bario para evaluar el movimiento del esófago.