Moquillo en perros
Urgencia: Lo antes posible
Pronóstico: Malo

Se trata de una enfermedad muy seria y contagiosa. El moquillo canino, también conocido como Distemper canino, pertenece a la clase de virus Morbillivirus, y es un pariente del virus del sarampión. Afecta principalmente al aparato respiratorio, al sistema digestivo y al sistema nervioso en los casos más graves. 

Los cachorros jóvenes aún no vacunados y los perros mayores no inmunizados tienden a ser más susceptibles a la enfermedad.

El moquillo puede transmitirse a través de fluidos de animales infectados o del agua o comida que hayan ingerido. El virus se incuba durante 14 o 18 días en el interior del perro. Poco a poco van apareciendo los síntomas.

La mejor prevención de esta enfermedad es la vacunación regular y la separación inmediata de los perros afectados. Insistimos en que hay que tener un especial cuidado con los cachorros una vez pasado el periodo lactante, donde están protegidos por la inmunidad de la leche materna. 

Síntomas

Fiebre alta (por encima de los 39º), ojos rojos, descarga de agua por la nariz y los ojos, letargo, falta de apetito, tos persistente, vómitos y diarrea.

En las últimas etapas de la enfermedad, el virus comienza a atacar el sistema nervioso y el cerebro y la médula espinal se ven afectados. Entonces el perro puede empezar a tener ataques como: convulsiones, parálisis o ataques de histeria.

El moquillo canino es a veces también llamado “enfermedad de la almohadilla dura” debido a que el virus puede causar un agrandamiento anormal o engrosamiento de las almohadillas de las patas. En los perros o animales con sistemas inmunes débiles, puede producir la muerte de dos a cinco semanas después de la infección inicial.

Causas

Contagio del virus.

Diagnóstico

El Distemper canino se diagnostica con pruebas bioquímicas y análisis de orina, que pueden revelar un cambio en el número de glóbulos blancos y glóbulos rojos que funcionan en el sistema inmune. El cambio no se percibe hasta que la enfermedad se ha desarrollado al cabo de unas dos semanas. 

Para detectar la presencia del virus, el veterinario también podría utilizar un hisopo para recoger secreciones del ojo o de la nariz y buscar evidencias del virus con una PCR. El pelo, la mucosa nasal y el epitelio de la almohadilla plantar también pueden analizarse para detectar anticuerpos. Lo que ocurre es que una prueba de serología puede identificar anticuerpos positivos, pero esta prueba no puede distinguir entre anticuerpos de vacunación y los de una exposición a un virus virulento.

Las radiografías solo se pueden usar para determinar si un animal infectado contrajo neumonía. La tomografía computarizada (TC) y las imágenes de resonancia magnética (IRM) pueden usarse para examinar el cerebro en busca de lesiones que puedan haberse desarrollado.

Tratamiento

Aún no existe un tratamiento que permita eliminar el virus cuando la enfermedad ya se ha manifestado. El único tratamiento consiste en aliviar los síntomas: evitar la deshidratación y prevenir las posibles infecciones secundarias. Se deben limpiar los ojos y nariz con regularidad. Si se presentan convulsiones, estas pueden controlarse con fenobarbital y bromuro de potasio. 

En las etapas más agudas es necesario controlar el desarrollo de neumonía o deshidratación por diarrea. Las posibilidades de un perro de sobrevivir al moquillo canino dependerán de la fuerza del virus y, sobre todo de la robustez de su sistema inmunitario.