El primer signo de una obstrucción urinaria es el esfuerzo para orinar. Esto puede parecer estreñimiento, ya que el gato puede verse yendo a la bandeja de arena más a menudo y encorvándose de dolor. Debido al paso anormal de la orina, el chorro o flujo de orina se interrumpirá y puede parecer turbio. Si se observa orina, puede aparecer oscura o con un tinte sanguinolento.
El dolor que se produce hace que muchos gatos griten y dejen de comer y se depriman. También pueden producirse vómitos o arcadas. Si el gato no recibe tratamiento médico, puede desarrollarse una insuficiencia renal, que puede poner en peligro la vida en los tres días siguientes a los síntomas.