El tratamiento varía según la gravedad y si hay infección bacteriana secundaria o no.
En principio el veterinario para tratar la enfermedad recetará medicamentos inmunosupresores que disminuyen la actividad del sistema inmunológico. También podrían ser necesarios los antibióticos cuando se detecte una infección bacteriana secundaria.
En principio el tratamiento puede ser ambulatorio pero si el pronóstico a largo plazo no es bueno porque los medicamentos inmunosupresores provocan reacciones adversas, entonces habría que ingresar al perro. Los glucocorticoides que son medicamentos antiinflamatorios e inmunosupresores pueden provocar úlceras gástricas, hiperadrenocorticismo secundario, diabetes mellitus, hepatopía y otras infecciones graves.