Piel y ojos amarillos, distensión abdominal, dolor abdominal, convulsiones, desorientación / confusión, problemas del corazón, intolerancia al ejercicio, problemas para respirar, tos, diarrea con sangre, falta de energía y falta de apetito.
La hipertensión portal es el incremento de presión sanguínea en la vena porta.
En el proceso de la ingesta de alimentos, estos ingresan en el tracto intestinal. En ese momento, los nutrientes y toxinas de los alimentos se liberan en el torrente sanguíneo digestivo. Sin embargo, antes de llegar al torrente sanguíneo general, la sangre pasa por un proceso de filtrado y desintoxicación en el hígado. Y la vena porta es la que recoge la sangre del intestino, páncreas, vesícula biliar y bazo y la lleva al hígado.
En el momento en el cual la presión arterial en la vena porta alcanza un nivel mayor de 13 H2O o 10 mm Hg, se produce lo que se llama hipertensión portal. Las dos causas principales de este problema son el aumento del flujo portal o el aumento de la resistencia a la sangre.
Las causas del flujo portal pueden ser dos. Cuando las venas porta se unen a las arterias (en una fístula arteriovenosa donde se produce un nuevo pasaje entre una vena y una arteria) o cuando se produce una desviación de la sangre de las arterias al hígado.
También puede haber una mayor resistencia a la sangre en la vena porta antes de llegar al hígado (prehepatica), en la vena porta dentro del hígado (hepática) o puede suceder en las venas hepáticas de la vena cava inferior, esa que es la más grande del cuerpo y que alimenta la sangre desde la parte más baja de nuestro cuerpo hasta el corazón, o también después de que la sangre ha salido del hígado (posthepática).
Sea debido al aumento del flujo sanguíneo portal o al aumento de la resistencia a la sangre, la hipertensión portal puede provocar derivaciones protosistémicas múltiples (PSS), una afección según la cual el sistema circulatorio deja de pasar por el hígado.
Los animales que padecen hipertensión portal puede que desarrollen una mayor producción de linfa abdominal lo cual conduciría a la acumulación de líquido en el abdomen.
Pero la consecuencia más grave es el desarrollo de encepalopatía hepática con manifestaciones tales como convulsiones y problemas de movilidad debido a que las toxinas sin filtrar se envían directamente al cerebro a través del torrente sanguíneo.
Piel y ojos amarillos, distensión abdominal, dolor abdominal, convulsiones, desorientación / confusión, problemas del corazón, intolerancia al ejercicio, problemas para respirar, tos, diarrea con sangre, falta de energía y falta de apetito.
Independientemente de que el dueño aporte un historial completo de la salud del perro hasta el inicio de los síntomas, el veterinario realizará un chequeo médico completo al perro: conteo sanguíneo y análisis de orina incluidos.
Otras pruebas decisivas: de ácidos biliares séricos totales, niveles de amoníaco en sangre y muestras de líquidos abdominales. Esta última es esencial para determinar dónde se origina la causa de la hipertensión portal.
No han de faltar las pruebas de imágenes del interior de perro: radiografías de tórax (para ver si es un trastorno cardíaco el causante del problema) radiografías abdominales para permitir un examen más exacto del bazo y el hígado, ecocardiograma para determinar la existencia de coágulos (trombos) o protuberancias en las pareces del abdomen (hernias).
Para realizar una gammagrafía colorrectal (análisis del colon) y una portovenografía (análisis del sistema portal) se utiliza una técnica de diagnóstico según la cual se ilumina la anatomía interna mediante un trazador radiactivo inyectado. El trazador permitirá ver al veterinario si la sangre pasa por el hígado para limpiarse o si se desvía alrededor del hígado creando problemas tóxicos para todo el sistema.
Otro proceso de imágenes llamado angiografía permitirá al veterinario confirmar la existencia de aperturas o pasajes anormales llamados fístulas arteriovenosas en el hígado.
Por último, se realizará una biopsia hepática para descartar o confirmar una enfermedad hepática.
Hospitalización para control y terapia de fluidos para evitar la deshidratación y la retención de líquidos. Desintoxicación para evitar daños críticos al cerebro y al sistema.
El veterinario puede recetar diuréticos para tratar la acumulación del líquido abdominal. En casos extremos, la cirugía puede ser inevitable.
El perro deberá restringir su actividad hasta que la hinchazón abdominal baje. Los cambios en la dieta deberán ser supervisados por el veterinario.
Si el perro tiene distensión abdominal puede tratarse con dieta baja en sodio para tratar de moderar la retención de líquidos. Sin embargo, si lo que se desea es aumentar la micción, se procurará que el perro tome líquidos en abundancia.
Si el perro ha sido diagnosticado con encefalopatía hepática, el veterinario recomendará una dieta baja en proteínas, hasta conseguir que el hígado funcione con normalidad.