El tratamiento suele ser en su mayoría ambulatorio e incluye cambios en la dieta del animal, principalmente si se ha detectado que presenta problemas para procesar los desechos. Suelen ser efectivas dietas bajas en proteínas y fósforo. Si el perro sufre de infección de riñón o está inflamado, se recetarán antibióticos y suplementos para apoyar la función renal.
Cuando la enfermedad glomerular es el causante de la proteinuria, las modificaciones en la dieta son efectivas. El veterinario programará vistitas frecuentes para monitorear los niveles de proteína en la orina y evitar complicaciones graves como los coágulos sanguíneos, la presión arterial alta, los edemas y las enfermedades renales progresivas.