Existen múltiples factores que pueden desencadenar la hipersalivación en perros. La condición puede ser congénita o adquirida.
Entre las causas el ptialismo adquirido encontramos: enfermedades orales y faríngeas, gingivitis o estomatitis, infecciones virales de las vías respiratorias superiores, tumores, enfermedades inmunomediadas, abscesos, enfermedades del riñón, ingestión de toxinas, trastornos neurológicos, trastorno esofágicos o gastrointestinales, reflujos, esofagitis, enfermedades de las glándulas salivales, hernia de hiato, megaesófago, distensión gástrica, desórdenes metabólicos, uremia, rabia, tétano, dificultades para tragar, náuseas asociadas con la enfermedad vestibular y el veneno animal.
Sin embargo, cuando aparece en perros jóvenes suele ser un problema congénito causado por una desviación de la vena porta en el hígado, que evita que la sangre se desintoxique en el hígado (llamado derivación portosistemática). Este problema congénito se observa con frecuencia en Los terriers de Yorkshire, malteses, perros de ganado australianos, schnauzers en miniatura y razas de perros lobos irlandeses. Otras razas con problemas congénitos en el esófago que conducen a una hipersalivación son fox terriers y schnauzers miniatura, y también se han reportado predisposiciones familiares en el pastor alemán, Newfoundland, gran danés, setter irlandés, shar-pei chino, galgo y razas retriever. Y finalmente, razas gigantes como el San Bernardo y el Mastín también son conocidas por babear en exceso.