Temblores difusos que pueden confundirse con ansiedad, nistagmo ocular, debilidad y baja temperatura corporal.
El síndrome de Shaker es un trastorno neurológico que provoca temblores involuntarios en el perro. También se conoce como cerebellitis idiopática, que describe la inflamación del cerebelo que es la parte del cerebro responsable de la coordinación y de la regulación del movimiento muscular voluntario. Este síndrome afecta a perros jóvenes y de mediana edad de ambos sexos.
Temblores difusos que pueden confundirse con ansiedad, nistagmo ocular, debilidad y baja temperatura corporal.
No está muy claro por qué ocurre este trastorno del sistema nervioso central pero sí se ha podido confirmar una mayor predisposición a padecerla entre los perros de pelaje blanco. Las razas Terriers blancos de Malta y West Highland parecen estar predispuestos a padecer la enfermedad.
El veterinario primero realizará una inspección física y neurológica para evaluar los temblores. Tratará de evaluar si las reacciones y la coordinación son normales. También realizará una analíticas completas para conocer el estado general de salud del perro: un perfil químico de la sangre, un hemograma completo, un análisis de orina, panel de electrolito. Si sospechara de la enfermedad también analizará muestras de líquido cefalorraquídeo para detectar inflamación o infección en el sistema nervioso central.
A partir de los análisis el veterinario deberá ir descartando otras patologías que pudieran explicar los temblores. También debería solicitar pruebas de imagen para detectar posibles tumores o malformaciones que pudieran explicar los temblores.
Dependiendo de la gravedad de los temblores y de la condición general del perro, la atención se brindará como paciente interno o externo.
Si el perro está muy enfermo como resultado de los temblores, o si hay una condición o infección subyacente, el perro será hospitalizado hasta que se estabilice su salud. El tratamiento primario para el síndrome es el uso de corticosteroides para reducir la respuesta inflamatoria en el cuerpo. El uso de cortisonas es delicado porque reducen la respuesta del sistema inmunológico y por eso debe estar siempre monitorizado por un veterinario. Lo normal es que la dosis se vaya reduciendo con el paso del tiempo a medida que el perro experimenta una mejoría.
En la mayoría de ocasiones el tratamiento funciona correctamente y el perro en una semana puede estar curado y el pronóstico es bueno. Sin embargo en algunas ocasiones el perro no responde bien al tratamiento y se cronifica el problema.