El tratamiento que se suele elegir es la extirpación del lóbulo afectado. La mascota deberá ser hospitalizada para recibir cuidados intensivos. Si hay sangre o líquido anormal, el veterinario colocará un tubo torácico para permitir el drenaje. En caso de que no pueda respirar, se le suministrará asistencia de ventilación junto a oxigenoterapia. Igualmente, la terapia de fluidos y antibióticos suele formar parte del protocolo de tratamiento.
La mayoría de los gatos se recuperan con éxito de la operación. Podrá ser necesario el descanso en jaula por algunos días y analgésicos para calmar el dolor. El tubo torácico se mantiene durante unos días para permitir el drenaje del líquido. Si observa algún síntoma desagradable o problemas respiratorios, acuda inmediatamente a su veterinario.