En primer lugar, el veterinario tratará de solucionar el problema recolocando los huesos y con la administración de analgésicos para reducir el dolor y de relajantes musculares para reducir la tensión en la zona.
Si con esto ya fuera suficiente, no sería necesaria la cirugía. Sin embargo, para solucionar un problema en la articulación temporomandibular suele ser necesaria una intervención quirúrgica para reestablecer el normal funcionamiento. En estos casos, el veterinario también recetará antibióticos para prevenir infecciones bacterianas oportunistas.